Me llenaste el día de color. Si, soy yo, tu Erme. Que sorpresa hermosa cuando te leí. Hace varios días que no podía venir al locutorio pero estaba muy ansiosa pensando que habría pasado con esa locura de dejar un mensaje abierto y todavía no puedo creer que me hayas encontrado. Nos se si será milagro o casualidad, pero es lindo lo que pasó. El corazón me desborda.
Te cuento, estoy en Timón Cruz, Jujuy, Cerca de acá trabajo en una escuela de la frontera, soy maestra, directora, cocinera, portera y también mamá de mis 25 gurises de distintas edades. Viven en la montaña, algunos, mas cerca, otros hacen una o dos horas a caballo. Los espero con el mate cocido, tempranito a la mañana, cuando están todos, empezamos la clase. Si se larga a llover o se pone muy feo el día algunos se quedan a dormir y yo me tengo que quedar con ellos. Si no, a eso de las cuatro ó cinco arranco para el pueblo. A veces me alcanza un vecino que anda con una camionetita, otras veces me acerca u poco un baquiano, de a caballo, o camino, o me quedo a dormir, como te decía.
Las noches acá son muy solitarias, no se escucha un alma mas que la del viento. Los vecinos mas cercanos a la escuela están a dos kilómetros, son muy buenas gentes pero muy pobres. Cuando hay harina la señora se lleva y hace pan, también en la escuela hay horno de barro, lo hicimos en un 25 de mayo con todas las familias que vinieron al acto, ese día fue una linda fiesta. Ahora a veces hacemos pan con los changuitos o si hay suerte y carne, empanadas. La vida acá es muy austera, pero estamos cerca de todo, porque todo lo que necesitamos está cerca. Lejos está la nada. Como me decís vos Belisario, como siempre me quedé pensando en tus palabras, no cambiaste nada por lo que veo seguís igual.
Seguro está al lado tuyo tu changuita, me alegra el corazón que tengas una changuita, y me pone muy alborotada pensar su nombre, no me animo a preguntar...
Yo de la Susi no tengo noticias de hace rato, no quiero pensar en eso porque se me hace como un agujero grande en el medio del pecho y me sube hasta los ojos y se convierte en lagrimas que no puedo frenar. Y me siento lejos de todo, y cerca de nada. Siento la soledad hasta los huesos.
Pero cuando veo los ojotes brillantes de mis 25 gurises que me miran atentos, ahí se me llena de vuelta el alma y pienso que ella puede ser feliz, y me imagino sus ojos negros brillando como dos bolitas de ébano, y me siento otra vez cerca de todo, y lejos de nada.
Todo y nada van y vuelven una y otra vez. Todo me rodea, nada merodea pero cierro los ojos, y se va.
Bueno te tengo que dejar porque la señora quiere cerrar el locutorio, quedé solita, acá en el pueblo la gente no anda mucho de noche menos en esta época fría.
Me quedaría horas y horas contándote cosas pero bueno, ya la vamos a seguir.
Te mando un abrazo lleno de emoción. Tan lejos, tan cerca...
Ermelinda